Pedro Burgo Rañón, más conocido como Pedro Foguete, nacido en Ribadeo en 1958, es el protagonista de un emotivo homenaje gestado entre amigos que se llevará a cabo el próximo sábado día 20 en el restaurante Náutico. Lo que comenzó como una comida entre un grupo cercano se transformó en un reconocimiento inesperado que ha abrazado con alegría y sorpresa: "Me hace mucha ilusión", confiesa.
Es un homenaje de unos amigos que surgió entre ellos, yo pensaba que iba a ser una comida de un grupo más reducido. Ahora ha surgido esto y estoy sorprendido, me hace mucha ilusión.
Tras colgar en redes sociales el artículo sobre su homenaje, la gente respondió de forma muy positiva, mencionando que fue un referente en la comarca.
Yo creo que no soy ningún referente en nada, encima no soy una persona que sienta orgullo por mí mismo, siento orgullo cuando le pasa algo a un amigo o a alguna persona, pero por mi mismo en absoluto, lo digo sinceramente, no para quedar bien.
¿Cómo recuerda su infancia y juventud?
En mi infancia fui muy feliz, primero fui a la escuela a San Julián y con diez años me fui a Vigo. Por lo que recuerdo veranos interminables en Ribadeo, donde todos los días había algo nuevo que vivir. Pasaba muchas tardes con mis amigos en la Praia dos Castros y en el puerto, que allí trabajaba mi padre, yo bajaba en bicicleta y el ambiente que había era maravilloso.
Como comentaba, me fui a estudiar a Vigo y después a Coruña. Viví en varios sitios como Lugo, Santiago, Sevilla, Fuengirola, Gijón y Bilbao. Estuve por ahí unos años, y cuando regresé, mi familia tenía la gasolinera que había a la entrada de Ribadeo, la única que había antes, y mi madre regentaba Casa Foguete, a la que ayudaba.
Su lado hostelero le viene de familia...
En el año 1987 monte El Huerto, que era un local de copas. Posteriormente, en 1990, La Villa, restaurante y también local de copas, después algo en el antiguo Piano. En 1999 se jubiló mi madre, yo hice una compra y seguí en Casa Foguete. En el año 2012 mi salud empeoró, y llegué a estar tres meses en coma, me recuperé y fue un milagro, gracias a los profesionales que me atendieron en Burela. Desde aquella estoy ‘fuera de órbita’.
Cuando estás empezando para hacer algo la ilusión y las ganas son enormes, es como cuando uno está enamorado, digamos, tienes otra fuerza, otra energía y muchas ganas de hacer cosas.
Hice cosas porque me gustaban, de aquella tenía mucha ilusión. Cuando estás empezando para hacer algo la ilusión y las ganas son enormes, es como cuando uno está enamorado, digamos, tienes otra fuerza, otra energía y muchas ganas de hacer cosas. No me considero un gran empresario, esos proyectos los hice porque me gustaban, lo que pasa es que no tuve mucha suerte en ese aspecto porque aunque las cosas iban muy bien, con algún socio que tuve… fatal. Pierdes el amigo, pierdes el socio, y el dinero.
Lo mejor de esa etapa, quizás, ¿fueron sus clientes?
Nosotros teníamos una clientela de hacía muchísimos años, de la época de mi madre. Por ejemplo toda la gente que viajaba por trabajo a Ribadeo de cualquier gremio. Teníamos muchos clientes de toda Galicia, Asturias y toda España cuando se movían por esta zona. Nuestros clientes eran maravillosos, nos querían mucho y siempre nos trataron con mucho respeto y cariño. Si me desplazaba a cualquier ciudad y me encontraba a alguien, me querían invitar a comer y tenía las puertas abiertas de casas de muchísimos sitios de Galicia, Asturias, Castilla, Madrid… eran amigos, algo entrañable. Yo todos los días echo de menos a toda esa gente, y a otra gente me da pena no poder volver a verla, eran parte de mi vida y sobretodo esos ratos en los que nos reíamos, que están en mi corazón.
¿Y lo más duro a lo que se enfrentaron?
Bueno, en Casa Foguete más o menos teníamos una clientela fija de muchísimos sitios, tanto en invierno como en verano. Había meses de invierno en los que se trabajaba bien, no notábamos esos cambios de verano a invierno tan evidentes ahora. Echando la vista atrás, creo que en Casa Foguete siempre tuvimos unos precios muy bajos, y había que tener muchísimas comidas al año para llegar a cierto beneficio.
La gente en ese momento llevaba dinero, se gastaban 5000 pesetas en una noche, entre cenar y unas copas. En cambio ahora, para hacer esa vida, de tomar los vinos, después cenar y tomar unas copas, haría falta muchísimo dinero.
¿Vivió una de las épocas doradas de la hostelería?
Esa etapa fue muy bonita porque tenía una ilusión enorme, a las ocho de la mañana estábamos ya empezando y no parábamos. Todo el mundo respondió demasiado bien, por esos negocios pasaban miles de personas todas las noches. Entraba muchísimo dinero, a pesar de que las copas estaban más baratas que en nuestro alrededor, hablamos del año 87 o año 90, que estaban a 175 pesetas, mientras que ya había algún establecimiento en Ribadeo que ya la tenía a 200. Al tener tanta afluencia de gente, fue muy bien, se amortizaba enseguida. La gente en ese momento llevaba dinero, se gastaban 5000 pesetas en una noche, entre cenar y unas copas. En cambio ahora, para hacer esa vida, de tomar los vinos, después cenar y tomar unas copas, haría falta muchísimo dinero.
En relación a esto último que comenta, ¿considera que ha cambiado la hostelería en la zona?
Si, las cosas no son tan sencillas como se ven desde fuera, y van cambiando. Lo que sí, ahora hay muchos establecimientos, con grandes profesionales con muchas ganas e ilusión de hacer las cosas bien. En Ribadeo notamos mucho la apertura de la autovía, que da la capacidad de acercarse fácilmente un fin de semana desde A Coruña, Lugo, Oviedo, Gijón… estamos más comunicados que en la época en las que otros y yo trabajábamos, entonces siempre es una ventaja, durante el invierno al menos. En el verano no es fácil, porque aumenta el trabajo, el personal y los gastos.
Lenguado en salsa de almendras, ¿uno de los platos estrellas de Casa Foguete?
Había muchos platos, pero el lenguado en salsa de almendras era un plato un poco diferente que por aquí no se hacía y llamaba la atención. Durante muchísimos años uno de los platos favoritos de los clientes fue sargo al horno.
Bajo su criterio, ¿quién ha sido el mejor camarero que ha visto Ribadeo?
Pues me metes en un compromiso, la verdad es que en este pueblo siempre me han atendido maravillosamente bien en todos los establecimientos, no sabría decirte.
A mi madre, y por el que me siento más orgulloso, le otorgaron en el año 2006 el premio Álvaro Cunqueiro “a toda una vida”. Ella estuvo toda una vida dedicada a esta profesión.
Fruto de todos estos años de trabajo, le fueron otorgados varios premios.
A mi madre, y por el que me siento más orgulloso, le otorgaron en el año 2006 el premio Álvaro Cunqueiro “a toda una vida”. Ella estuvo toda una vida dedicada a esta profesión. En cuanto a mí, a principios de los noventa me dieron el título de Caballero de la Orden del Camino de Santiago además del Premio Nacional al Mérito Hostelero por la Confederación Española de Bares y Restaurantes. Los últimos fueron a principios de los 2000: uno de la editorial de Actualidad Económica como emprendedor, que me lo entregaron en el hostal de los Reyes Católicos en Santiago, y el otro fue el Plato de Oro, de la Radio Turismo y me lo entregaron en el Casino de Madrid. En estos casos siempre conoces a mucha gente y siempre hay personas o amigos que se acuerdan de uno.
¿Qué le dicen nombres como Colón, El Huerto, La Villa, O Piano, Molino?
Esos locales han sido durante muchos años una referencia nocturna de la zona. Todos ellos gozaban de un gran ambiente festivo y alegría. Habría que añadir el Ribanzo, y el Cienfuegos, que son los referentes actuales. Por lo que me dicen, que hace años que no hago vida nocturna, en cambio hace años hice demasiada (se ríe).
¿Dónde se aprende más: detrás de una barra o en una tertulia en el Cantón una noche de verano?
Creo que en los dos sitios, detrás de una barra vas conociendo a las personas y puedes ver su educación y el respeto a la hora de dirigirse a pedir, que dice mucho. Por la noche, la gente se desmadra un poquito y lo quiere todo en un segundo. En el Cantón se reúne gente de muchas edades, con diferentes profesiones, que viven en diferentes puntos de España y con mucha experiencia vital.
¿Qué tiene Ribadeo que engancha a quien lo conoce?
Es un pueblo muy abierto, que recibe muy bien a la gente, y el carácter es muy alegre. Esto se puede ver cuando se celebran los indianos u otras fiestas, que somos un pueblo acogedor.
¿Cúal es su lugar favorito para ver la ría?
Escogería la Atalaya que es un sitio tranquilo, pero quizás desde Figueras o Castropol que el paisaje es impresionante, pudiendo ver todos los ángulos de la ría de Ribadeo a ambos lados.
Para que un negocio sea exitoso hay que rodearse de buenas personas, que son quienes van a estar contigo.
¿Qué consejo le daría a alguien que quiere emprender?
Lo importante a la hora de llevar a cabo un proyecto son las personas, lo demás, va apareciendo. Los créditos o la financiación se van consiguiendo pero para que un negocio sea exitoso hay que rodearse de buenas personas, que son quienes van a estar contigo. Pero hay que pensar que es mucho más difícil que lo que parece y que no todo lo que ingresa uno en la caja es beneficio. Todo está más caro, los suministros, la seguridad social… son miles de euros de gastos y pocos quedan libres.
En cuanto al homenaje que próximamente van a celebrar, ¿cómo le gustaría que le recordasen?
Lo que me gustaría es que me recordasen, sobre todo mi hijo, como una persona educada y respetuosa. Creo que nunca tuve un desprecio, ni un gesto, ni nada contra nadie, todo lo contrario, siempre tuve claro que somos todos iguales y hay que respetarse e intentar ayudar.
Sus amigos dicen que siempre ha sido una persona muy romántica. ¿Qué hay de cierto en esto?
Quizás soy una persona mucho más sensible de como me ven los demás, ya lo era de joven. Siempre he tenido mucha sensibilidad y nunca me ha gustado ver ningún tipo de abuso o injusticia, me molesta muchísimo y me entristece.