El Occidente asturiano se presenta como un vasto y espléndido territorio, abrazando la costa y extendiéndose hacia el interior. Su riqueza natural, cultural e histórica lo convierten en un lugar fascinante que cautiva a quienes se aventuran a explorarlo.
Con una belleza desbordante, el occidente de Asturias destaca por su paisaje y la profundidad de su historia. Desde los vestigios romanos hasta las tradiciones que perduran en el tiempo, este territorio es un fiel reflejo de la identidad asturiana, donde la cultura se mezcla con la naturaleza.
Uno de sus mayores atractivos son sus monumentos y elementos tradicionales, como los mazos, castros y molinos, que cuentan historias de generaciones pasadas. La magia de los pueblos de cuento, las cuevas y las brañas nos transporta a otra época. El paisaje, con sus verdes montañas, crea una estampa de belleza incomparable.
El Occidente es un lugar lleno de contrastes. En días de lluvia, los tejados de pizarra adquieren un brillo plateado que refleja su carácter único donde el tiempo parece detenerse. En cada rincón se aprecian huellas de su pasado industrial, como la forja del hierro o el cuidado de las tierras en las que se cultiva la miel y el vino. Las aguas del Eo son hogar de truchas y salmones, y las cascadas del bosque añaden una melodía natural a este paraíso.
El Occidente es hogar de gente acogedora, que valora las tradiciones y oficios olvidados. Son habitantes que, con su sencillez y simpatía, conquistan al visitante que se acerca con interés por descubrir la esencia de la tierra asturiana.
El Occidente asturiano ofrece una multitud de opciones para el ocio. Desde rutas de senderismo hasta actividades acuáticas, este territorio invita a disfrutarlo en todas las estaciones del año. En verano, los colores de la naturaleza explotan con la floración; en otoño, los tonos dorados de los bosques crean un paisaje encantador; y en invierno, las montañas se visten de blanco para ofrecer un paisaje aún más cautivador.