Último día en Cabaleiros: se cierra una pastelería con alma

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photo_camera Core, Gloria, Silvia y el equipo al completo de la Pastelería Cabaleiros, en su último día de trabajo. «É familia», resume Core Rodríguez.
Fundada en 1980 por Core Rodríguez y Gloria Ferreira, la pastelería cerró hoy tras 45 años de historia vinculada al trabajo artesano y al arraigo con sus clientes

La Pastelería Cabaleiros, ubicada en Lourenzá, cerró este lunes sus puertas tras 45 años de actividad. El motivo es la jubilación de sus fundadores, Core Rodríguez y Gloria Ferreira, quienes abrieron el negocio en 1980, el mismo año en que contrajeron matrimonio.

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Core y Gloria, en Pastelería Cabaleiros

Core comenzó su trayectoria profesional en cocinas de barcos mercantes. Más tarde se especializó en pastelería, formándose en Madrid y realizando prácticas en Viena Capellanes. A su regreso a Lourenzá completó su aprendizaje con Don Máximo, maestro pastelero cubano con experiencia en Miami que había instalado un obrador en la localidad. «Foi o mestre que formou a toda unha xeración. Meu pai foi o seu último pupilo», explica Silvia Rodríguez, hija del matrimonio.

Modelo familiar

Silvia también formaba parte del equipo, pero no continuará con el negocio debido a su situación personal. «Decidimos que o mellor era pechar, polo menos, polo momento».

Los últimos días estuvieron marcados por la presencia de muchos clientes que se acercaron para realizar sus últimos encargos. «A xente vén mercar pasteis máis do habitual para darse o último atracón. Danos moita pena, tanto a nós como ás empregadas e á familia. Hai clientes moi agradecidos e moi tristes porque levaban moitos anos encargando aquí as tartas das celebracións. Hai quen che di: “puidestes pechar un mes despois, que teño o aniversario dos nenos…”», asegura Silvia.

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Core y Gloria celebraron así la comunión de sus hijos: con una tarta distinta para cada uno, privilegio de crecer en una casa de pasteleros.

Cabaleiros elaboraba todos sus productos de forma artesanal. Entre los más demandados estaban las roscas, los milhojas, el brazo de gitano o el roscón de Reyes. A partir de los años noventa, el negocio incorporó nuevas propuestas como la tarta primavera o la Saint Honoré, y en los últimos años ofrecía también tartas personalizadas para celebraciones, entre muchos otros productos. «Temos desde o clásico que a xente busca de toda a vida, ata a pastelería máis actual», señala Silvia.

El obrador contaba con clientela fiel tanto en la comarca como en otras zonas. «Temos clientes dende o Occidente de Asturias, A Coruña, Lugo… e mesmo de León, Madrid ou Barcelona, cando veñen de vacacións», añade Silvia.

En la etapa final, el equipo lo formaban Core, Gloria, Silvia y tres empleadas. «Algunhas delas levan toda a vida con nós. Xa son familia».

Fin de etapa

Core Rodríguez valora de forma positiva los 45 años de actividad, aunque reconoce que el cierre no es fácil. «Estámolo levando por dentro como podemos. É moi persoal. Teño a muller moi afectada e nós tamén. Uns expresámolo máis e outros menos, pero estamos moi doídos».

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Core Rodríguez, en el obrador, concentrado en la elaboración de una de sus tartas. Más de cuatro décadas de oficio artesano resumidas en una imagen.

Sobre el momento actual, considera que el modelo no se podía mantener en las mismas condiciones. «Fomos da nada ao todo. Chegamos a un punto no que, para continuar, habería que contratar máis persoal e industrializar a produción. Pero xa sería outro modelo de negocio, e nós estamos en idade de xubilación».

«Son 45 anos de servizo e agora hai que facer un stop e ver a vida doutra forma», asegura.

El local permaneció siempre en el mismo lugar desde su apertura. «Aquí empezamos e aquí terminamos, grazas a Deus», concluye.

 

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