El Nazareno de Luarca regresa a su capilla de la Atalaya, escoltado por cientos de devotos: «Esto es único»
Cual camino al monte Calvario pero, en este caso, a lo alto de la atalaya luarquesa, el Buen Jesús Nazareno de Luarca recorrió, en la noche de este Jueves Santo, las calles de regreso a su capilla. Aquella en la que aguarda todo el año a que llegue «uno de los días más especiales» del calendario anual valdesano. Más aún, del Occidente asturiano, porque a la villa blanca llegan a las procesiones de Semana Santa de toda la contornada.
«Hay a quien no le llama nada más que este Nazareno, pero este lo sigue fielmente», cuentan algunos de los que esperaban, bajo el paraguas, verlo pasar. Él también, bajo su particular «chubasquero», porque no siendo que truene y granice, el Nazareno de Luarca «sale sí o sí». Estoicamente, lo portan sobre sus hombros jóvenes vestidos del mismo púrpura de su manto, que caminan al paso que marca la caja de la Banda de Música La Lira.
La formación, que pondrá también la banda sonora hoy al Santo Entierro, es la guinda de las celebraciones religiosas en la villa. Sus melodías son las únicas que rompen el silencio y la solemnidad con las que centenares de personas siguen al Buen Jesús. «Es que impresiona el silencio. Esto es único», aseguraban algunas vecinas llegadas de la vecina Puerto de Vega.
Año a año, sus seguidores no le fallan. Presencian su salida de la iglesia de Santa Eulalia (con el Himno de España de fondo) y su llegada a la capilla, a través de la estrecha puerta, casi hecha a su medida. Alcalde, diferentes miembros de la corporación municipal, representantes eclesiásticos y hasta el Capitán de la Guardia Civil acuden a la cita. Una de las imprescindibles, que trasciende la simbología religiosa y se cuela en la faceta más espiritual de cada asistente.
«La Semana Santa de Luarca es riqueza material e inmaterial de esta villa. El trabajo incansable de la Real Hermandad del Nazareno permite la conservación de las imágenes y el disfrute de unas procesiones que son la unión entre patrimonio, cultura y religión», asevera el regidor valdesano, Óscar Pérez.