Descubre qué te está diciendo tu piel: Causas del acné

acné

Tu piel no solo refleja tu rutina de cuidado, también habla de tu salud interna. Descubre las causas que podrían estar detrás de esos molestos brotes y cómo abordarlas para lograr una piel más sana y equilibrada.

La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo. Está compuesta por millones de células y es la primera barrera de protección frente a factores externos. Sin embargo, solemos prestarle atención solo cuando aparecen señales de alerta, las cuales pueden indicar no solo un problema cutáneo, sino también alteraciones en otros sistemas del organismo.

A menudo creemos que la aparición de puntos negros, espinillas u otras afecciones en la piel pueden resolverse únicamente con productos dermatológicos. No obstante, la causa podría ir más allá de lo visible. En estos casos, es fundamental prestar atención a otras funciones del cuerpo, que podrían estar enviando señales de que algo no está del todo bien.

Teniendo esto en cuenta, es importante reflexionar antes de aplicar cualquier producto, ya que esto solo sería una solución temporal en lugar de abordar la causa del problema. Cualquier desequilibrio en nuestro cuerpo puede manifestarse en la piel, dejando una marca. Cuidarla no se trata solo de seguir una rutina de cuidado, sino de atender nuestra salud interna para que se refleje en nuestro exterior.

 

Descubre aquí las posibles causas que pueden desencadenar o agravar el acné:

Desbalance hormonal: A lo largo de la vida, atravesamos diversos cambios hormonales que pueden impactar significativamente la piel, ya que las hormonas regulan la producción de sebo, el colágeno y la renovación celular. El acné hormonal es más común en mujeres, pues factores como el embarazo, la menstruación y la menopausia pueden alterar el equilibrio de hormonas clave, como la progesterona y los estrógenos, desencadenando cambios en la piel.

Alteraciones del sueño: Es bien sabido que un buen ciclo de sueño beneficia todos los procesos del organismo, incluida la salud de la piel. Quizás no lo sabías, pero el acné también puede verse afectado por la calidad y cantidad de sueño. Dormir entre 7 y 9 horas permite la renovación celular y la eliminación de toxinas, lo que ayuda a reducir la inflamación y prevenir brotes.
Para mejorar tu rutina de sueño y cuidar tu piel, ten en cuenta estos consejos:

  • Sigue una rutina nocturna de cuidado de la piel con productos recomendados por tu dermatólogo, como el retinol.

  • Evita usar dispositivos electrónicos una hora antes de dormir para facilitar la relajación del cuerpo.

Cambia regularmente las sábanas, especialmente la funda de la almohada; algunos expertos recomiendan el uso de sábanas de seda.

Problemas digestivos: Cada vez más estudios confirman la estrecha relación entre la salud intestinal y la piel. Un desequilibrio en la microbiota intestinal y las patologías asociadas pueden afectar la salud cutánea, desencadenando una respuesta del sistema inmune que, en algunos casos, se manifiesta como acné.

Si tus alteraciones en la piel vienen acompañadas de inflamación abdominal, gases o malestares estomacales, más allá de recurrir a productos dermatológicos, es importante consultar a especialistas como gastroenterólogos y nutricionistas para abordar el problema desde su origen.

Estrés: Esta reacción fisiológica puede afectar diversos órganos del cuerpo, incluida la piel. Existen distintos tipos de estrés, y cualquiera de ellos puede desencadenar un brote de acné severo si no se trata a tiempo.

Los momentos de tensión elevan los niveles de cortisol y de la hormona liberadora de corticotropina, esenciales para el organismo, pero perjudiciales en exceso. Este desequilibrio estimula la producción de sebo y la obstrucción de los poros, dificultando la recuperación de la piel.

En estos casos, es recomendable que un dermatólogo y un psicólogo trabajen en conjunto para ayudarte a manejar tanto el estrés como sus efectos en la piel.

En definitiva, el acné no siempre es un problema exclusivamente de la piel, sino que puede reflejar desequilibrios en el organismo. Por eso, es fundamental abordarlo de manera integral, identificando y tratando sus causas subyacentes para lograr una piel más sana y equilibrada. Consultar a un especialista y adoptar hábitos saludables no solo mejorará la apariencia de la piel, sino también el bienestar general.