Aunque no es infalible, la regla del 30 puede servir como termómetro para anticiparse al riesgo de incendios. Las altas temperaturas, las fuertes rachas de viento y la baja humedad relativa pueden ser factores clave en la propagación de incendios. Estas son las tres variables que conforman la conocida regla del 30, también llamada 30-30-30. Es decir, temperaturas superiores a los 30ºC, vientos superiores a los 30 km/h y una humedad relativa inferior al 30%.
Este pasado puente de octubre, fueron varios los incendios que afectaron a la comarca de A Mariña. Uno de ellos, que se extendió desde Trabada a Ribadeo, se estima que arrasó 2.200 hectáreas, según datos de Medio Rural. En Foz, el fuego quemó 234 hectáreas. Sin duda, estos dos incendios fueron claramente intencionados, pues se detectaron diversos focos próximos y cercanos a pistas forestales. Con todo, la climatología de esos días era un cóctel perfecto para su rápida propagación y una combinación ideal que dificultó las labores de extinción. Y aunque no se cumple la regla del 30, las temperaturas eran altísimas para esta época del año, ya que el termómetro superaba los 27ºC la madrugada del día 13 de octubre en Ribadeo. El fuerte viento que por momentos sopló en A Mariña en esos días, fue también un factor clave.
Expertos indican que la regla del 30 tiene un peso relativamente importante en la propagación del fuego, pero recalcan que los motivos por los que cada vez hay más incendios forestales tan virulentos hay que buscarlos más allá de la metereología. Factores como el abandono del monte, las caóticas políticas territoriales o el cambio climático serían las causas principales para que las llamas alcancen una velocidad que hace que los incendios sean incontrolables.