El humo de los incendios de Portugal llega a A Mariña y el Occidente asturiano
El cielo de A Mariña y el Occidente asturiano, especialmente en las zonas costeras, amaneció este jueves encapotado y con un color singular. El fenómeno, que llamó la atención de vecinos y turistas, fue causado por el humo de los incendios forestales que arrasan el norte de Portugal. Los vientos del sur empujaron la humareda atravesando Galicia, afectando particularmente a las áreas costeras.
Desde diversos puntos de Galicia, el sol naranja se convirtió en una imagen icónica del día, producto del efecto óptico que genera el humo al filtrarse entre los rayos solares. Sin embargo, pese a la llamativa presencia del humo, la calidad del aire en la provincia de Lugo se mantiene dentro de los parámetros favorables, según los datos recogidos por las estaciones de MeteoGalicia. Esta situación contrasta con otras áreas, donde en ciertos puntos se registró una calidad de aire entre regular y mala debido a la densidad del humo.
Se prevé que los vientos del sur sigan dominando hasta al menos el sábado, lo que podría continuar favoreciendo la llegada de humo a esta zona. Sin embargo, la densidad y alcance de la neblina dependerán de la evolución de los incendios en Portugal, que se están extendiendo rápidamente por las condiciones meteorológicas adversas.
La regla del 30 y el avance del fuego
Los incendios en Portugal se han propagado con gran rapidez, en parte debido a lo que los expertos denominan la "regla del 30", un indicador que ayuda a anticipar el riesgo de incendios forestales. Según esta regla, las condiciones se vuelven extremadamente propicias para la propagación del fuego cuando coinciden temperaturas superiores a los 30ºC, vientos con velocidades superiores a los 30 km/h y una humedad relativa inferior al 30%. Estas variables han sido clave en el avance del fuego en el país vecino.
No obstante, aunque la regla del 30 es un indicador útil, los expertos advierten que los incendios forestales cada vez más intensos no pueden explicarse solo por las condiciones meteorológicas. El cambio climático, el abandono de los montes y la falta de políticas territoriales adecuadas han contribuido a que los incendios se vuelvan más frecuentes y virulentos, haciendo que su control sea cada vez más complicado.